El día comienza con una misma pregunta: ¿Qué voy a visitar hoy? ¿Por qué estoy haciendo esto de nuevo? Respuestas que tenía claras se han ido desvaneciendo. ¿A dónde se van?
Hoy necesito acercarme a la naturaleza. El Retiro, pueblito cerca de Medellín, es una excelente opción para esto.
Cuando llego al pueblo, se ven nubes grises a la distancia. Me adentro por una pequeña calle que se aleja de la vía principal. El ambiente está calmado. Una fría brisa corre por las calles. Montañas de bosques y pinos rodean el pueblito.
A pesar de su cercanía a Medellín y el creciente número de proyectos inmobiliarios, El Retiro aún conserva su ambiente y tranquilidad de pueblo. Caminando, paso por antiguas Toyotas, tiendas de barrio y verdes arroyos.
Cuando llego al Parque Principal, desciende la lluvia. Mi única opción es buscar refugio. Café El Retiro parece una excelente opción. Pido un tinto y un alfajor, ambos deliciosos. Sus paredes están decoradas con fotos de campesinos, posiblemente caficultores de la región.
Me he preocupado, últimamente. La mente es muy poderosa si no se controla. ¿Cómo dejo de cargar todos estos miedos? ¿Y por qué los cargo desde un comienzo? Quisiera recuperar mi centro. ¿Es muy tarde? Nunca lo es. Cada día se nace y se vuelve a morir.
Al escampar, sigo mi trayecto en carro hacia Rionegro, donde quiero visitar una escultura de Rodrigo Arenas. Continúa mi interés por este artista, escultor y escritor. Quizás sea porque en él encuentro un similar deseo de explorar. En su libro, Crónicas de la Errancia, del Amor y de la Muerte, Arenas escribe:
Y siento que hay en el fondo del corazón como una sed insaciable de nuevos horizontes.
En camino a Rionegro, encuentro en mi mapa a Torrealta, una cervecería artesanal originaria de El Retiro. Hago una parada y pido una cerveza oscura. Me recomiendan El Pedalista. Con 10% de alcohol, lleva su nombre en honor al padre de los fundadores de la cervecería, quien, según cuenta la descripción de la cerveza, murió montando en su bicicleta en el cerro Torrealta.
Una vez en Rionegro, en el parque principal, visito el Monumento de José María Córdova, realizado por Arenas. Arenas comenzó a realizar la maqueta de este monumento antes de regresar a Colombia, cuando aún vivía en México. En su estudio de la capital, en la calle Dr. Río de la Loza, Arenas describiría su creación como:
El Bolívar desnudo de Pereira y el José María Córdova, en Rionegro, fueron ejecutados en un tiempo mexicano sórdido, opaco, de rezumos amargos…
¿Cómo te liberas? Miedos nuevos y miedos viejos, ¿cómo los dejas ir? ¿Cómo los dejas de cargar?