Camino por el centro de Medellín. Sin rumbo fijo, con solo la idea en mente de que querer estar aquí. Cada cuanto, surge ese deseo de continuar explorando el centro. Aquí es donde encuentro realmente la vida y el pulso de Medellín.

Sin saber a donde ir, comienza la búsqueda de nuevos espacios a explorar. Afortunadamente, en el centro Medellín, esto es algo fácil. Hoy, hay visitas guiadas por el Claustro de San Ignacio, funciones de películas independientes, concierto de Jazz y mercados alternativos. Hace un par de semanas escribí que la cultura en el centro de Medellín descansaba los findes de semana. Estoy contento de reportar: Estaba equivocado.

Fachada en la esquina del Claustro de San Ignacio
Torre del reloj del Claustro de San Ignacio

Mi tarde comienza con la visita guiada del Claustro de San Ignacio, bien de interés cultural nacional. La visita la organiza la empresa Comfama, propietaria actual del edificio. En el Café El Bohemio de Clausura, dentro de una de las esquinas del claustro, nos muestran las antiguas técnicas para elaborar los pisos de cemento.

Con más de 220 años de construcción, el claustro ha servido de Colegio, convento, universidad, y hasta sede militar y policial. En 1920, se le encargó al arquitecto belga Agustín Goovaerts el diseño del interior y la construcción de su torreón.

Comfama, propietario del claustro, ha comenzado con su plan de restauración por etapas, hasta el 2026. En la parte actualmente ya renovada, se han expuesto sus paredes en ladrillo y piedra, albergando un teatro, una sala de cine, dos salas de exhibiciones y estudios de artes audiovisuales.

Fachada de sastrería próxima a la Plazuela de San Ignacio
“Ricas Obleas” se lee en este puesto frente al Claustro de San Ignacio

Con cada visita al centro de Medellín, comienzo a encontrar lugares que me siguen atrayendo una y otra vez. Estos lugares se han convertido en una especie de checkpoint de cada buena visita al centro:

  • El Acontista: Café y restaurante con música Jazz y una librería. Siempre es un excelente refugio del ruido y caos del centro.
  • Salón Málaga: Café bar de tango. Una máquina del tiempo de la historia de Medellín y su fascinación por el tango.
  • Salón Versalles: Café y restaurante argentino, con unas empanadas argentinas imperdibles, y un ambiente único en Medellín. Cada vez que paso por aquí, es inevitable antojarme de sus empanadas y milhojas.
  • La Pascasia: Con su librería, su tienda de discos (Surco Records) y su espacio interior. Siempre que paso por acá, hay algo nuevo que conocer: Un evento, un libro, una persona.
  • Plazuela de San Ignacio: El epicentro de todos los lugares anteriores. Porque pasar por aquí siempre es un placer. Ver a los ajedrecistas en sus juegos, la biblioteca móvil, los vendedores ambulantes organizados. Sí, a veces hay habitantes de calle durmiendo en sus bancos. Es una realidad que hay que afrontar. También hay cultura. Hay ajedrez. Hay libros. Hay café y hay risas. Hay árboles y hay arquitectura. Cuando el sol empieza a bajar, se plasma el atardecer en las fachadas del Paraninfo de Universidad de Antioquia, la Iglesia y el Claustro de San Ignacio.
En mitad de un partido de ajedrez en la Plazuela de San Ignacio
Llega el atardecer en la Plazuela de San Ignacio

¿Por qué visito frecuentemente el centro de Medellín? Entre el caos, edificios históricos, arte, cultura y hasta cementerios, a veces encuentro la inspiración que busco. Y hoy, aquí, aparece en mi mente una pregunta: ¿Qué enciende el alma? ¿Qué la reenciende? ¿Qué enciendes tu alma? Para mí, es aprovechando la vida. Vivir aventuras. Haciendo eso que da miedo. Soñar y cumplir lo soñado. Seguir esa voz interior. Sanar heridas. Estar O.K. con todo yo.